El Papa Francisco dejó clara su opinión sobre la ética médica del final de la vida. La que no sabemos es la del Vaticano

El Papa Francisco dejó clara su opinión sobre la ética médica del final de la vida. La que no sabemos es la del Vaticano

Con el Papa Francisco en el hospital, y a la espera de conocer cómo evoluciona la crisis respiratoria en medio de su hospitalización por neumonía, muchas cosas se han parado en el Vaticano. La ciudad santa y “renovable”, por ejemplo. Los planes del pontífice para hacer más sostenible al pequeño estado católico han quedado en stand by. También se han reavivado temas controvertidos que siempre han estado encima de la mesa. Sin ir más lejos, el posible final de Francisco.

Una pregunta ineludible. Lo contaba hace unos días el New York Times sacando a debate un tema que el Vaticano ha preferido evitar: ¿qué sucede cuando un pontífice se enfrenta a un deterioro prolongado de su salud, pierde sus facultades y se acerca al final de su vida?

A sus 88 años, Francisco ha hablado en el pasado sobre la ética en la toma de decisiones médicas en casos terminales, pero nunca ha revelado sus propias preferencias al respecto. Aunque dejó una carta de renuncia en el Vaticano en caso de incapacidad, su contenido es desconocido y no se sabe si ha designado a alguien para tomar decisiones médicas en su nombre.

El silencio de la “casa”. El Vaticano, fiel a su tradición de secretismo, ha respondido que “es demasiado pronto” para discutir estos temas, a pesar de la creciente preocupación dentro de la Iglesia. Mientras tanto, los boletines médicos también han sido prudentes, informando que la condición del Papa se mantiene estable y que, tras su crisis respiratoria, ha podido prescindir por momentos de la ventilación mecánica (incluso ha hablado).

Sea como fuere, la incertidumbre persiste y la falta de un protocolo público sobre cómo gestionar el final de la vida de un pontífice es suficiente motivo de debate entre teólogos y expertos eclesiásticos.

El dilema moral. La Iglesia Católica enseña que la vida debe ser defendida desde la concepción hasta la muerte natural. No obstante, dentro de la doctrina existe un margen de interpretación sobre cuándo es legítimo dejar de prolongarla artificialmente.

Según el magisterio de la Iglesia, el uso de “medios extraordinarios” para mantener con vida a un paciente puede suspenderse si suponen un sufrimiento desproporcionado o no ofrecen una mejora real. El problema es que no existe una definición clara de qué constituye un medio extraordinario, lo que deja espacio a diversas interpretaciones dentro del clero y la bioética católica.

La ambigüedad doctrinal. Mientras algunos consideran que tratamientos como la alimentación por sonda, la reanimación o la diálisis deben mantenerse hasta el último momento, otros sostienen que, cuando la muerte es inevitable, prolongar la agonía no tiene sentido moral.

En 2020, el Vaticano publicó un documento que reafirmó la legitimidad de los cuidados paliativos y la suspensión de tratamientos ineficaces, pero dejó claro que no debía confundirse con la eutanasia o el suicidio asistido, los cuales son considerados “intrínsecamente perversos” dentro de la doctrina católica.

Las sombras del secreto. El misterio en torno a las decisiones médicas del Papa Francisco se suma a la incertidumbre general sobre qué ocurriría si un pontífice quedara en estado vegetativo o sin capacidad de gobernar la Iglesia. Algunas fuentes sugieren que su predecesor, Benedicto XVI, dejó un documento sobre este asunto, pero su contenido es desconocido y el Vaticano se ha negado a confirmar su existencia.

La falta de transparencia solo alimenta el temor de que, en caso de crisis, se desate un caos dentro de la curia, con luchas entre facciones que podrían querer prolongar artificialmente la vida del Papa o precipitar su reemplazo.

Tensiones y conspiraciones. El analista vaticano Thomas J. Reese adviertía en el Times que el secretismo sobre estos temas es un grave error, pues podría generar disputas internas y teorías conspirativas, como ocurrió con la misteriosa muerte de Juan Pablo I en 1978, quien falleció a los 33 días de su pontificado en circunstancias que aún hoy alimentan especulaciones.

Reese señala que, si en una familia la falta de un testamento puede causar tensiones sobre cuándo dejar de prolongar la vida de un ser querido, en el Vaticano esto podría derivar en una crisis institucional sin precedentes.

La posición de Francisco. A lo largo de su pontificado, Francisco ha abordado públicamente la cuestión del final de la vida desde una perspectiva pragmática y humana. En 2017, escribió que la medicina ha avanzado enormemente, pero que no siempre es beneficioso prolongar la vida a toda costa. Para el actual Papa, aceptar la muerte con dignidad es una forma de reconocer los límites de la condición humana. Una visión que coincide con la de pontífices anteriores como Pío XII, quien en los años 50 ya había sugerido que, en ciertas circunstancias, era legítimo rechazar tratamientos invasivos.

En 2024, la Pontificia Academia para la Vida publicó un documento que profundiza en estos debates y ofrecía una guía sobre cómo afrontar el final de la vida desde una perspectiva ética. Aquel documento incluía una plantilla de testamento vital para que los católicos puedan expresar sus deseos respecto a los cuidados médicos en su última etapa, pero, otra vez, se desconoce si el Papa Francisco ha elaborado uno propio.

El desenlace. El cardenal Paul Gallagher, ministro de Asuntos Exteriores del Vaticano, ha insinuado que Francisco podría estar discutiendo estos asuntos con sus médicos en privado, pero sin una declaración oficial, todo sigue en el terreno de la especulación. Lo que parece claro es que el reciente deterioro de la salud del Papa Francisco ha puesto sobre la mesa una cuestión que el Vaticano no ha querido enfrentar de manera pública: ¿qué ocurre cuando un pontífice no puede seguir gobernando?

Aunque la doctrina permite suspender tratamientos extraordinarios, la falta de claridad sobre qué significa esto en la práctica podría generar una crisis en el seno de la Iglesia. Es posible, quizás, que Francisco aproveche esta coyuntura para marcar un precedente en la transparencia sobre el final de la vida de un Papa.

Imagen | Catholic Church, Pexels

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El Papa Francisco dejó clara su opinión sobre la ética médica del final de la vida. La que no sabemos es la del Vaticano

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Miguel Jorge

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