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«Perdí 55 kilos, pero recuperé 30 al dejarlo»: hablamos con los españoles que han probado la montaña rusa de Ozempic

"Perdí 55 kilos, pero recuperé 30 al dejarlo": hablamos con los españoles que han probado la montaña rusa de Ozempic

Tras la explosión mediática de los llamados «medicamentos para la diabetes que adelgazan», hemos hablado con tres personas que llevan aproximadamente un año usando semaglutida, el principio activo de Ozempic y Wegovy (la marca que lanzó el fabricante de Ozempic para el público general), de cara a conocer su experiencia real más allá del ruido.

De 160 a 105 kilos: «Ha sido un cambio de vida»

Pilar, alicantina de 65 años, comenzó su tratamiento con Ozempic hace más de un año por prescripción médica. «Yo tengo un peso bastante considerable, llegué a los 160 kilos durante la pandemia. Me dolían muchísimo las rodillas, fui al médico y el endocrino me aconsejó probar con Ozempic«, explica.

El resultado fue contundente: 55 kilos menos en un año. «Perdí bastante peso, tuve un par de veces unos mareos y eso, pero nada fuera de lo normal», comenta. Tras un año de tratamiento, Pilar lo dejó y recuperó 20 kilos, hasta alcanzar los 125 actuales.

Recientemente intentó retomar el tratamiento, pero se ha encontrado con dos problemas: por un lado, «no me ha sentado tan bien como la primera vez»; por otro, «Ozempic está muy escaso, la farmacia no te lo da». Luego iremos con el asunto del desabastecimiento.

Pilar destaca que el fármaco cambió radicalmente su relación con la comida: «Cuando tomas Ozempic no tienes esa ansiedad que tienes cuando no lo tomas. Te quita las ganas de comer dulces especialmente y productos procesados».

Jorge, andaluz de 38 años, lleva meses usando Wegovy (la versión específica para control de peso de la semaglutida) por vía privada. Con una altura de 1,79 cm, su peso inicial era de 95 kilos. Actualmente está en 85,7.

«Empecé a tomarlo porque debido a una lesión gané en un lapso de tres o cuatro meses unos 12 kilos», explica. «Para volver a hacer deporte y estar en un estado físico similar al que estaba antes de la lesión, lo primero que tenía que hacer era perder todo ese peso».

A diferencia de Pilar, que recibió su medicamento por la seguridad social, Jorge accedió a él a través de un especialista privado: «Me hizo análisis para comprobar que estaba todo en orden, y empezamos con una dosis de 0,25 mg, la pluma de 0,25». Su coste mensual ronda los 180-190 euros.

Pluma de Wegovy mostrada por Jorge. Imagen cedida.

Los efectos secundarios no tardaron en aparecer: «Los empecé a notar en la primera ingesta de comida. Me pinché la dosis a las 8 de la mañana y ya en la comida del mediodía noté que me costaba comer». Jorge describe una sensación constante de saciedad e incluso cierto rechazo a los alimentos: «Comidas con muchísima grasa, con muchísimo azúcar, salsas, hidratos de carbono pesados… eran comidas que no me sentaban nada bien».

Clara, de 36 años y residente en Madrid, comenzó a usar Ozempic hace trece meses tras varios intentos fallidos con dietas tradicionales. «Probé de todo: keto, ayuno intermitente, contar calorías… perdía 3 o 4 kilos como mucho y luego los recuperaba con intereses», relata.

Partiendo de 87 kilos, ha conseguido bajar hasta los 69. «El primer mes fue un poco duro por las náuseas, pero después me acostumbré y ahora apenas tengo efectos secundarios, solo algo de estreñimiento ocasional», explica.

A diferencia de Jorge y Pilar, Clara obtuvo el medicamento por una vía alternativa. «Un familiar diabético me cedió una pluma para probar y después conseguí la receta a través de un médico amigo», admite. «Sé que no es lo correcto, pero estaba desesperada».

Para ella, lo más impactante ha sido el cambio en sus hábitos alimenticios: «Es como si alguien hubiera apagado un interruptor en mi cerebro. Ya no pienso constantemente en comida, ni me obsesiono con el chocolate o las patatas fritas».

La voz de la experta: más allá de la «insulina que adelgaza»

La doctora Alicia Taboada, médico de familia subespecializada en riesgo cardiovascular y enfermedades endocrinológicas, aclara: «Ozempic no es una insulina, como mucha gente piensa. Es un GLP-1 (péptido similar al glucagón tipo 1) que en principio era para el tratamiento de la diabetes, pero se descubrió que tenía un efecto en el peso sin afectar a los niveles de glucosa».

Según explica, estos medicamentos «actúan retrasando el vaciado gástrico, con lo cual tienes una sensación de saciedad, y a nivel cerebral te quitan esa necesidad de comer». Sin embargo, advierte: «Este fármaco te ayudará a bajar peso, pero si no cambias hábitos tendrás efecto rebote, porque muy poca gente puede permitirse estarse poniendo este fármaco toda la vida».

La doctora ha notado un aumento en las consultas relacionadas con estos medicamentos: «Ha aumentado muchísimo. Mucha gente quiere esa ‘insulina’ que te hace perder peso. Por eso se ha acabado Ozempic en el mercado y los diabéticos se han visto afectados».

Efectos secundarios y relación con la comida

Los tres entrevistados coinciden en que experimentaron efectos secundarios, especialmente al inicio del tratamiento. «Tuve un poquito de angustia, mareo, un vómito una vez y dolor de cabeza», relata Pilar. «Fui al médico, me dijo que era normal».

Jorge describe una sensación de «rechazo hacia la comida» y «malestar si me excedía un poco, como de empacho». Clara añade: «Llegué a pasar 24 horas sin hambre, simplemente el cuerpo no me lo pedía».

La caja de Ozempic de Pilar. Imagen cedida.

La relación con la comida cambia radicalmente. «Te quita la ansia de comer dulces y productos procesados», explica Pilar. Jorge coincide: «El principal efecto es que te quita los antojos, el típico antojo de las seis de la tarde de algo dulce».

Los tres entrevistados coinciden en la importancia de combinar el tratamiento con ejercicio y cambios alimenticios. «Totalmente», afirma Pilar. «Te lo dice el endocrino: si te pones Ozempic y no haces una dieta y no caminas, tampoco es el milagro».

Jorge ha mantenido un régimen intenso de ejercicio: «He continuado y retomado el deporte de alta intensidad con seis entrenamientos semanales», lo que ha acelerado su pérdida de peso: «La pérdida ha sido brutal, prácticamente 9 kilos y medio en tres meses y medio».

Preguntada sobre si recomendaría el tratamiento, Pilar no duda: «Lo aconsejaría porque a mí me fue muy bien y perdí muchísimos kilos. Pero cada uno tiene que saber».

Jorge es más cauto: «Le diría que se plantease muy bien cuál es su objetivo. Si su objetivo es perder 5 kilos, a lo mejor los puede perder en unos meses con ejercicio y dieta equilibrada». Pero reconoce: «Si ha probado muchos tipos de dietas y métodos y ninguno le funciona, pues que sea consciente de que tiene efectos secundarios».

Una preocupación común es qué ocurrirá al abandonar el medicamento. Pilar lo experimentó en primera persona: tras dejarlo, recuperó cerca de 30 kilos.

Jorge, que planea dejarlo en unos meses, ya está preparándose: «Mi futuro lo veo teniendo que mentalizarme que probablemente esos antojos vuelvan. Tengo que estar preparado para minimizar el efecto rebote«.

La doctora Taboada es clara: «Ozempic es como un balón gástrico. Si te ponen un balón gástrico, claro, no comes. Pero el día que te lo quitan, vuelves a comer. Con Ozempic es lo mismo: te pinchas algo que te quita el hambre, pero cuando lo dejas, volverás a engordar si no has cambiado hábitos».

Desabastecimiento y más allá del «milagro»

La popularidad de estos fármacos ha provocado problemas de suministro que afectan principalmente a los pacientes diabéticos para quienes fueron originalmente desarrollados.

«Hay una falta de suministro», confirma la doctora Taboada. «Por eso Ozempic lo teníamos que restringir solamente a pacientes diabéticos». Pilar lo ha sufrido en sus propias carnes: «La farmacia no te lo da. Entonces estamos ahí en esa lucha».

La doctora Taboada insiste en que, aunque efectivos para perder peso, estos medicamentos no son una solución mágica: «Si no cambias la forma de comer, sigues engordando. Normalmente esta gente que tiene obesidad es una cosa genética, tiene tendencia a ganar peso toda la vida».

El mensaje es claro: la semaglutida puede ser una herramienta útil, pero debe formar parte de un enfoque más amplio. «Estos fármacos son fenomenales para ayudar a que ese paciente aprenda a hacer cambios en su forma de comer», concluye la doctora, «pero nunca hago una prescripción sin hacer un seguimiento de un paciente que se comprometa y vayamos cambiando hábitos».

Todos los nombres de los entrevistados para este reportaje salvo el de la doctora han sido modificados a su petición para preservar su anonimato. Ninguno ha querido facilitar fotos de su físico para evitar ser reconocidos.

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Imagen destacada | AllGo – An App For Plus Size People y Haberdoedas en Unsplash


La noticia

«Perdí 55 kilos, pero recuperé 30 al dejarlo»: hablamos con los españoles que han probado la montaña rusa de Ozempic

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Xataka

por
Javier Lacort

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