El David contra Goliat en los canales de Tenochtitlan: las canoas mexicas que desafiaron a los bergantines españoles
Las grandes ciudades del pasado son los cimientos de muchas de ciudades actuales. Y un ejemplo perfecto de esto es Ciudad de México. En época precolombina el territorio que ahora ocupa era dominado por dos prósperas ciudades: Tlatelolco y Tenochtitlan. Eran las llamadas ‘ciudades gemelas’, y algo que tenían en común era un potente y desarrollado sistema de canales, una avanzada hidráulica y, sobre todo, un dominio de las aguas gracias a la tecnología náutica.
Esta tecnología fue subestimada por los invasores españoles y llevó a los mexicas a la audacia máxima: enfrentar sus canoas contra los mayores y bien armados bergantines españoles.
Tlatelolco y Tenochtitlan. Para hablar de esta historia, debemos comprender la situación de las ciudades. Tenochtitlan se fundó en 1325 por los mexicas. Era “la Venecia americana”, pero los tenochcas y los tlatelolcas se separaron y, cerca de allí, fundaron Tlatelolco.
Cada una tenía su cultura, pero había elementos que compartían, como una ubicación estratégica al estar aislada y protegida naturalmente por lagos. La forma de que las dos sociedades tuvieran contacto con el exterior, y lo tenían, era mediante un sofisticado sistema de puertos y canales.
Canales. Estos últimos años hemos aprendido más sobre este sistema de canales, al hallar puertos y nuevas ‘calles’ que permitían que tanto tenochcas como tlatelolcas tuvieran una salida al mar. Esto favoreció el comercio con otras culturas, así como un desarrollo náutico acelerado, pues su subsistencia dependía de esta tecnología.
Dos modelos de canoa. Era algo que llamaba la atención, porque las civilizaciones asiáticas y europeas sí son conocidas por su historia marítima, no así las mesoamericanas. Sin embargo, esa necesidad fue la que permitió el rápido desarrollo lacustre de los mexicas, teniendo dos tipos de botes como estandarte para actividades civiles, comerciales y militares.
Por un lado, las balsas. Se construían mediante el uso de superficies planas que podían flotar. Lo más común era usar troncos delgados que se unían unos a otros con redes de fibras naturales. Servían para flotar, transportar personas y mercancías… y no se podía pedir mucho más. Es la imagen de ‘balsa’ que todos tenemos en la cabeza, vaya.
Ejemplo de canoa monóxila
El segundo tipo era una canoa monóxila. Estas eran talladas directamente en un tronco de árbol, usando fuego para facilitar el proceso de ahuecamiento y, además, la proa tenía una forma afilada que permitía no sólo una mayor velocidad, sino una maniobrabilidad avanzada. Tenían unos ocho remos y sorprendieron a los españoles gracias una maniobra muy inteligente de los mexicas.
Chapopote. Las canoas monóxilas se hacían mediante troncos de ahuehuete, ceiba o pino y, una vez talladas y endurecidas gracias al fuego, eran embadurnadas con un residuo de petróleo conocido como chapopote/chapapote. Esto hacía que las canoas se movieran como pez en el agua, ya que eran impermeables y mejoraban sus prestaciones en las aguas.
Tanto que sorprendió, incluso, a los españoles. “No son navíos que se aparten mucho de tierra, porque como son bajos, no pueden sufrir grande mar. Y con todo eso son más seguras estas canoas que nuestras barcas y las canoas aunque se aneguen é hinchen de agua, no se van al suelo ni se hunden, é quedanse sobreaguadas. Ninguna barca anda tanto como la canoa, aunque la canoa vaya con ocho remos e la barca con doce”, escribió el español Gonzalo Fernández de Oviedo, elogiando estas canoas.
Y un ejemplo de bergantín
Canoas vs bergantines. Algunas de las canoas descubiertas miden unos seis metros de largo y tienen 61 centímetros de ancho y se utilizaron para, entre otras cosas, combatir contra los barcos españoles. Menos de 200 años después de la fundación de ambas ciudades, los españoles atacaron con la intención de apropiarse de ellas. Las asediaron y los canales fueron clave para que los mexicas pudieran abastecerse durante ese periodo.
Usando las canoas, podían introducir mercancías, pero también las llevaron a la batalla. Su poco calado y alta maniobrabilidad permitió que los mexicas tendieran emboscadas a los españoles, pero cuando la situación era menos propicia debido a que se combatía en aguas más abiertas, por mucha tecnología que tuvieran, seguían siendo canoas desde las que los tripulantes lanzaban flechas y piedras a barcos mucho más grandes armados con cañones y fuertemente defendidos. En el sitio final de Tenochtitlan participaron 400 canoas de guerra frente a 13 bergantines. 300 fueron hundidas, pero hay quien apunta que, durante todo el conflicto, miles de canoas fueron utilizadas.
Tanto Tenochtitlan como Tlatelolco cayeron en 1521, por lo que la astucia y pericia naval de los mexicas no pudo contra la fuerza bruta y superior tecnología española. Aun así, puede que los españoles subestimaran las canoas y su tecnología, esa que sorprendió a Fernández de Oviedo y que permitió mediante las escaramuzas y el movimiento de mercancías que las ciudades resistieran el asedio durante unos meses antes de claudicar.
Imágenes | INAH, Historia de las Indias de Nueva España e Islas de Tierra Firme, CPFG (SP) Mariano Sánchez Bravo
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El David contra Goliat en los canales de Tenochtitlan: las canoas mexicas que desafiaron a los bergantines españoles
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Alejandro Alcolea
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