Durante décadas la neutralidad militar de Suiza fue un pilar de la geopolítica mundial. Ahora eso está cambiando

Durante décadas la neutralidad militar de Suiza fue un pilar de la geopolítica mundial. Ahora eso está cambiando

En el mundo, ironizaba hace unos meses la experta en geopolítica europea Ulrike Franke, hay pocas certezas. Una es la muerte. Otra los impuestos. Y la tercera, casi al mismo nivel que las dos anteriores, es la neutralidad militar de Suiza. Su propio Gobierno presume de que es «uno de los fundamentos» de su política exterior, un estatus reconocido a nivel internacional desde 1815 y que en la práctica le impide tomar partido en conflictos armados o sumarse a alianzas militares, por más potente (y sobre todo lucrativa) que sea su industria armamentística.

En un mundo cada vez más complicado, marcado por los tres años de guerra en Ucrania, el acercamiento de EEUU y Rusia y unas relaciones cada vez más tensas entre Bruselas y Washington, ese estatus de neutralidad parece ablandarse.

¿Qué ha pasado? Que a pesar de que la neutralidad suiza forma parte del ADN del país, está reconocida a nivel mundial y cuenta con un apoyo aplastante en la sociedad helvética (91% en 2024), algo está cambiando en la nación alpina.

Llega con darse una vuelta rápida por Google para encontrar artículos que se preguntan por el futuro que tiene por delante Suiza si mantiene su equidistancia, hablan del «replanteamiento» o «cuestionamiento» de la neutralidad o incluso informan de cómo Berna se ha implicado en proyectos de cariz militar. Hace no tanto se pronunciaba sobre el tema incluso la presidenta del país, Viola Amherd.

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«Debería revisarse». La prueba más clara la dejó el propio Consejo Federal suizo en agosto, cuando publicó una serie de «recomendaciones» en materia de seguridad elaboradas por una comisión de expertos. Entre ellas hay una centrada en el rol neutral de Suiza que generó un interés especial. ¿El motivo? Su firmeza. «La política de neutralidad debería revisarse, centrarse más en su función de seguridad y aplicarse con más flexibilidad», arranca el capítulo. Son solo eso, recomendaciones plasmadas en un informe, pero resulta revelador.

«La mayoría de la comisión recomienda alinear mejor la política de neutralidad con la Carta de Naciones Unidas y tener más en cuenta la distinción entre agresor y víctima», abunda el documento, que aboga además por revisar la Ley Federal del 96 en materia de defensa y el acercamiento a la Alianza atlántica y los 27 estados comunitarios. «La cooperación con la OTAN y UE debe seguir profundizándose con vistas a lograr una capacidad de defensa común y ser una auténtica cooperación».

La importancia del contexto. Las recomendaciones se entienden mucho mejor a la luz del contexto, uno que ha evolucionado de forma clara desde que se divulgó el informe, en agosto de 2024. La primera clave es la guerra de Ucrania.

Tras su inicio Berna decidió sumarse a las sanciones europeas a Rusia bajo el argumento de que apoyar castigos  puramente económicos no implica posicionarse en un conflicto armado. Ese razonamiento no impidió sin embargo que unos meses después, en agosto de 2022, Moscú dejase de considerar a Suiza un país neutral e incluso rechazase una oferta de Berna para mediar en la guerra.

Geopolítica… y mercado. Hay otras claves, como el hecho de que Suiza se incorporase a Naciones Unidas en 2002 (con todo lo que implica), pero entre ellas hay una especialmente interesante. Suiza tal vez sea un país neutral, pero tiene empresas que exportan cientos de millones de euros en material bélico.

Y si bien en 2022 ese negocio alcanzó un nivel récord, al año siguiente el flujo se desplomó en parte por el estatus neutral del país, lo que bloquea la reexportación de armamento y municiones fabricadas en Suiza a países en guerra, como Ucrania.

«Levantar la prohibición». En su informe de agosto se dedica también un apartado a la política armamentística en el que se aboga por «fortalecer y adaptar mejor a las amenazas» la industria suiza. «La mayoría desea levantar la prohibición de reexportación hacia los países mencionados en el Anexo 2 de la Ordenanza del 25 de febrero de 1998 sobre material de guerra», recoge el documento.

En dicho anexo se citan una veintena y media de países de diferentes regiones, incluidos Alemania o España, que en 2023 aseguraba que Berna «bloqueaba» la reexportación de material militar a Ucrania para reforzar su defensa.

Y llegó Trump. Ese era el contexto hace unos meses. Desde noviembre se le añade sin embargo un factor más: Donald Trump, que desde su llegada a la Casa Blanca ha revolucionado la política internacional, sobre todo en Europa. En los dos meses escasos que lleva en el cargo el republicano ha amagado con sacar a EEUU de la OTAN, se ha quejado de que la alianza se «aprovecha» de Washington y ha dado a entender que Europa no podrá contar para siempre ni de forma incondicional con el «paraguas defensivo» estadounidense.

¿Ha influido ese clima en Berna? Financial Times (FT) publicaba hace unos días un extenso análisis en el que argumentaba que el nuevo escenario está empujando a Suiza a establecer vínculos más estrechos en materia de defensa. En juego entra además un nuevo nombre, Martin Pfister, un coronel que en cuestión de días se convertirá en el nuevo ministro de Defensa suizo y ya se ha mostrado favorable a una mayor cooperación en materia de defensa con la OTAN y la UE.

«Absolutamente necesarios». Como recoge el diario británico, Pfister ha asegurado públicamente que ve «absolutamente necesarios» la cooperación y los entrenamientos conjuntos con la OTAN. Y eso a pesar de que Suiza, precisamente por su histórico estatus neutral, no forma parte de la alianza atlántica.

Más allá de sus palabras el país alpino ha hecho varios movimientos interesantes a lo largo de los últimos meses sin alterar su estatus neutral: ha decidido unirse a un proyecto de la UE para facilitar la movilidad militar, ha firmado una declaración para formar parte de la Iniciativa Escudo de Cielo Europeo (ESSI) y el Gobierno incluso se ha propuesto relajar las restricciones para la exportación de armas.

«Nunca he visto un escenario que refleje la situación en la que nos encontramos», comenta Jean-Marc Rickli, del Centro de Política de Seguridad de Ginebra a FT. «En las relaciones transatlánticas ha habido altibajos, pero el posible desapego de EEUU con Europa, además de alinearse con rusia… ha generado una conmoción en Europa, incluida Suiza». Con ese telón de fondo, una de las primeras tareas que asumirá Pfister será redactar la primera estrategia de seguridad nacional suiza.

¿Y qué opinan los suizos? Aunque el contexto azuce la pregunta de si Suiza debe apostar por la implicación o el aislacionismo y haya ya informes oficiales que aboguen por la «revisión», lo cierto es que la neutralidad goza de un enorme apoyo en el país. Al menos así lo reflejan las encuestas sobre el tema, aunque también demuestran que el nuevo escenario está calado en la sociedad helvética.

Un informe de 2024 revela que el 91% de los ciudadanos desean que el país preserve su estatus, si bien el porcentaje es ligeramente inferior al valor promedio desde 2014 (95%). Otro estudio elaborado por la academia militar de la ETH de Zúrich y el CSS muestra que el 53% de los encuestados son partidarios de estrechar lazos con la OTAN, por encima del 43% promedio de la última década.

El 30% de los encuestados estarían incluso a favor de unirse a la alianza, una proporción baja pero que supera en cualquier caso la media de los últimos diez años, que se situaba en el 23%. Los porcentajes parten de un estudio publicado el pasado verano, antes de que Trump se impusiese en las urnas a Kamala Harris.

Un camino complicado. Si Suiza decidiese replantearse su rol internacional tampoco lo tendría fácil. Más allá del apoyo social a la neutralidad, en el país hay partidos (tanto pacifistas de izquierda como de extrema derecha) que plantearían resistencia a nivel político. Además, recuerda Franke, el sistema de democracia participativa hace que la toma de decisiones sea lenta. Los cambios sobre el rol exigirían un referéndum y ajustes legales que podrían requerir años.

Por lo pronto Suiza ya ha tomado algunas decisiones, como reforzar su apuesta por la defensa hasta destinarle el 1% del PIB, por encima del 0,7% del año pasado pero lejos aún de los objetivos marcados por la OTAN, que ha pedido a sus miembros que alcancen al menos el 2%. Es más, su secretario general ya ha advertido que «más pronto que tarde» ese listón se subirá por encima del 3% del PIB.

Imágenes | New Jersey National Guard (Flickr) y Swiss Federal Authorities

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Durante décadas la neutralidad militar de Suiza fue un pilar de la geopolítica mundial. Ahora eso está cambiando

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Carlos Prego

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