Navegar de Madrid a Lisboa, el faraónico sueño real que dio lugar al fallido Canal del Manzanares
El río Manzanares en Madrid se ha convertido en uno de los protagonistas de estos últimos días. Marzo está siendo un mes extremadamente lluvioso, tanto que ha provocado que la energía solar deje de crecer en España, pero además ha provocado el desbordamiento de ríos en todo el país. Uno de esos ríos es el Manzanares, que habitualmente es un hilo de agua y ahora es un torrente.
Pero el río no sólo se ha convertido en noticia por el aumento del caudal, sino porque durante las obras de la línea 11 de Metro han hallado un tramo del histórico Real Canal del Manzanares, un ambicioso proyecto que estuvo siglos sobre la mesa y que tenía un objetivo de altura: unir Madrid, Lisboa y Sevilla en barco.
El sueño de Felipe II
Felipe II no es sólo uno de los reyes más recordados de España: puede que también lo sea de Europa. Bajo su reinado, el Imperio español alcanzó su apogeo y fue un monarca interesado en financiar proyectos de varias ciencias. También le gustaba el mar, iniciando proyectos de ingeniería marítima, estimulando la creación de grandes naves de guerra y lo más ambicioso de todo: la idea de hacer que los principales ríos de la península fueran navegables.
Otro de los detalles por los que Felipe II es recordado es por la mudanza de la capital del país: decidió que Madrid sería la ubicación ideal, por lo que trasladó la corte al completo. Pero claro, Madrid no tenía acceso directo al mar y esto era algo importante, sobre todo para el comercio y esas ambiciones expansionistas, por lo que el proyecto de abrir Madrid al mar hizo ojitos al rey. Y la tarea cayó en las manos del ingeniero italiano Juan Bautista Antonelli.
Nada, algo sencillo: Tajo, Duero, Guadalquivir y Ebro, entre otros ríos, se convertirían en navegables, con canales entre ellos que permitirían que Madrid tuviera salida al mar y una conexión fluvial con algunas de las principales ciudades del país. Para el comercio, esto era una idea extremadamente jugosa tanto entre ciudades como entre Madrid y ciudades europeas, chinas, africanas y de las Indias.
Cuarta esclusa del Real Canal del Manzanares
Felipe apoyó el proyecto y liberó fondos para que se realizara, pero no iba a ser sencillo: había que salvar un desnivel de más de 600 metros y realizar los ajustes necesarios primero para abrir Madrid al Tajo y, después, que los 600 kilómetros que separa la capital de la costa atlántica fueran completamente navegables.
Se seguiría el trayecto del río y se crearían 10 esclusas entre el puente de Toledo y el embarcadero de Vaciamadrid, muchas para una distancia de apenas 20 kilómetros. Se uniría la capital con Aranjuez y, a través del Tajo, tendría salida al Atlántico por Lisboa. También se proyectó una vía hasta Sevilla.
No cuajó. Aunque las obras se iniciaron entre los núcleos madrileños de Abrantes y Alcántara, el dinero no era ilimitado y el cóctel de dificultades técnicas, problemas con propiedades privadas y, sobre todo, la financiación de la Armada Invencible, provocó que el dinero se redistribuyera y el proyecto de navegación interior quedara guardado en el cajón. También influyó que, en 1588 murió Antonelli y, en 1598, lo haría Felipe.
Madrid con doble salida al mar
Más tarde se intentó recuperar, pero el momento decisivo llegó bajo el reinado de Carlos III. El empresario Pedro Martinengo cogió el testigo y presentó en 1769 el proyecto para recuperar el ambicioso plan de Felipe II. La construcción comenzó en 1770 cuando Carlos III aprobó la propuesta y los fondos iniciales corrieron a cargo del propio Martinengo y de inversores privados que había reunido.
Bajo la dirección del empresario, el proyecto avanzó completando ocho de las diez esclusas planificadas, pero los costes estaban siendo tremendos y se quedó sin fondos para continuar. Martinengo se había arruinado, pero a Carlos III le gustaba el proyecto, por lo que lo compró y así se convirtió oficialmente en el Real Canal del Manzanares.
La décima esclusa
Tampoco pensemos que el monarca invirtió demasiado: mantuvo lo que había. Tampoco es que pillara la economía en su momento más boyante y el propio río no era el más apropiado para la navegación, ya que necesitaba transvases de agua para poder operar correctamente.
Se establecieron algunas empresas, como hornos, pero el canal estaba siendo infrautilizado. Con Carlos IV, la cosa tampoco mejoró. De nuevo, invirtió lo justo como para mantenerlo, pero en 1799 llegó el desastre: unas fuertes lluvias se llevaron por delante parte de la Presa del Gasco, una nueva construcción sobre el Guadarraman que era la que se estaba llevando el dinero.
Otra esclusa
Este conjunto de infortunios, y viendo que el Canal del Manzanares llevaba décadas estancado sin aportar lo prometido, provocó el abandono del proyecto hasta la llegada de un Fernando VII que intentó recuperarlo, construyendo la novena y décima esclusa y llevando la obra hasta las inmediaciones de Vaciamadrid. Pero el trabajo no se remató.
Llegó el progreso
Al dejar de mantenerse, el canal se fue degradando, pero el último clavo en el ataúd fue el propio paso del tiempo. En época de Felipe II, el proyecto podía tener sentido. Con Carlos III también, pero ya entrados en el XIX, las cosas habían cambiado mucho. El desarrollo de carreteras y, sobre todo, la llegada del ferrocarril hicieron que las prioridades cambiaran.
¿Para qué seguir invirtiendo un dineral en abrir Madrid al mar cuando había medios más rápidos que el barco para transportar mercancías? Aparte de que el Canal del Manzanares parecía un pozo sin fondo de dinero, en 1851 se inauguró el Tren de Aranjuez y, aunque con Isabel II algunos botes habían navegado por el canal, en la segunda mitad del XIX se decide cortar el grifo de los fondos.
Al no mantenerse y quedar agua estacada durante mucho tiempo, empezaron a aparecer problemas de salud. El canal se convirtió en un peligro y, aunque se barajó el volver a empezar las labores de mantenimiento, alrededor de 1860 se decidió cancelar definitivamente el faraónico proyecto.
La ironía: el puente del ferrocarril sobre el Canal del Manzanares
Así, hoy quedan algunos restos del Real Canal del Manzanares, con ejemplos como algunas esclusas que siguen en pie y pudiéndose visitar, siendo la décima -y última- la que se encuentra en mejor estado. Pero eso de “mejor estado” es relativo, ya que los restos se encuentran en la lista roja del patrimonio debido a su mal estado de conservación.
Hoy, la forma de mantener “vivo” el canal es mediante excursiones, tramos como el del Parque Lineal o los hallazgos en las obras de la línea 11, que formarán parte de un museo en Rio cuando la estación esté terminada. Al final, y sobre todo, es la muestra de la ambición de unos monarcas que, quizá, soñaron demasiado alto.
Imágenes | Bonet :86, Grupo de Investigadores del Parque Lineal (GIPL), DXR
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La noticia
Navegar de Madrid a Lisboa, el faraónico sueño real que dio lugar al fallido Canal del Manzanares
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alejandro Alcolea
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